Hasta que un día, obligada por su madre, acude una vez más a una reunión para chicos adolescentes con cáncer. Allí conoce a Agustus Waters, un joven de sonrisa torcida con el que poco a poco irá haciendo amistad. Ambos son muy fuertes y sarcásticos, se ríen de sus desgracias y viven su día a día de la manera más natural posible. Por supuesto, se acaban enamorando. Ninguno de los dos tiene una vida sencilla, Hazel debe dormir conectada a una máquina para que sus pulmones respiren adecuadamente y Gus debe caminar sobre una pierna ortopédica, ya que la suya la perdió debido a su cáncer de huesos. Pero entre los dos se apoyan y pasan los días como dos adolescentes cualquiera.