Es un Clásico que tenía muchas ganas de leerlo pero no lo había encontrado. Los clásicos la mayoría de las veces los compro en los usados, son más bonitos y pasta dura, motivo por el que no lo había leído, sin embargo venía en las novedades y no lo quise dejar pasar.

Werther un joven artista huyendo de la escandalosa, enorme y banal ciudad se muda un pueblo llamado Wahlheim, que a través de las cartas que manda a su amigo Guillermo, nos cuenta su profundo amor cortés hacia Carlota, una joven comprometida en matrimonio. Aunque el amor es una fuerza maravillosa que lo inunda lo lleva a la perdición al no encontrar otra salida a su desventura. No otra, más que muerte. 

Werther es soñador, sensible, vulnerable, romántico y eternamente dramático, para mí que más enamorado de Carlota, parecía enamorado de la idea de ella, obsesionado, casi rayando a la locura de una mujer que él estaba seguro que nunca sería para él. Lo que al principio le parecía hermoso, mágico poco a poco todo esto le trae de aflicción. Algo que me llamo la atención de él fue que en lugar de que el amor fuera un móvil de inspiración para su arte, fue todo lo contrario dejo de hacerlo. Alguna vez uno de mis maestro de composición me dijo que la mejor etapa para crear como artista es cuando se está enamorado, todo es más sencillo se piensa menos y se siente más. Me pareció interesante que el protagonista no pudiera pintar más.

No es una novela larga pero descubrí con ella que el amor cortes no es lo mío, esa idealización no me va. Bueno fue, que dentro de todas esas cartas no solo se encuentra el enamoramiento del protagonista.