Cuatro adolescentes de las cuatro puntas de los Estados Unidos tienen una cosa en común: una chica llamada Leila.

Leila aterriza en sus vidas con su ridículo coche rojo justo en el momento en que más la necesitan. Por ejemplo, Hudson, un chico que trabaja en un taller mecánico de una pequeña población y que está dispuesto a tirar sus sueños por la borda por el amor verdadero. Luego está Bree, una chica que se ha escapado de casa y que quiere vivir a tope cada día, incluso si tiene que robar para ello; Elliot, que cree en los finales felices, y Sonia, que está convencida de que cuando perdió a su novio, con él se fue su capacidad de amar.

Hudson, Bree, Elliot y Sonia encuentran en Leila a una amiga, y cuando ésta se va para proseguir su camino, sus vidas cambian para siempre. Sin embargo, durante su viaje, Leila también descubrirá que lo que más necesitas a veces está justo al principio y que, quizá, la única manera de encontrar lo que estás buscando es perderse en el camino.

Algo en este libro llamo mi atención que tuve que solicitarlo, no de esas gran historia pero tiene cosas hermosas.

Leila es una adolescente que viaja por el país todo al norte en su auto rojo, pero no solo la pintura es de ese color, es rojo desde el volante hasta los rines. Su objetivo es llegar a Alaska para contemplar en vivo la aurora boreal. Es un viaje que se toma con calma y al hacerlo se cruza por el camino de cuatro adolescentes, que entre sus sueños, miedos, y problemas, hacen de viaje de Leila algo único. 

Primero está Hudson, alguien que su trabajo y el pueblo en que vive lo hacen feliz, pero esta por tomar una decisión importante, que tal vez no sea lo que él desea realmente. Después Bree una chica que lleva huyendo casi un año y vive al límite (aunque no siempre de forma honesta), descubre que vivir el momento no lo es todo. Elliot que cree en los finales de película y en el amor verdadero. Y Sonia que vive con el tormento de haber perdido su verdadero, pero cree que pudo haber encontrado otro, sin embargo ella se niega a aceptarlo. Estos cuatro desconocidos encuentran en la protagonista una mano amiga en el momento justo, aquello que les ayuda a afrontar sus temores, y a atreverse a cosas nuevas. Y Leila también aprenderá y se verá reconfortada por ellos.

Es una narrativa simple y llena de clichés, pero todos los personajes se conocen adecuadamente por su historia, y debo decir que ninguno me molestó. Aunque el libro se lo llevo Leila, me agrado sobre manera que fuera un personaje bondadoso, amable, que no tuviera reparos en gastar dinero, tiempo para ayudar a los demás. Creo que más que algunas situaciones algo exageradas en las que se veían envueltas los personajes, Leila fue la que me pareció más de fantasía por esas virtudes que no vemos muy seguido y menos de un completo desconocido. Personajes como ella me hacen pensar que no todo está tan podrido, solo es cuestión de mirar atentamente, Y que no solo busquemos aquello que creemos perdido en los demás, hay que ofrecerlo nosotros.

Adi Alsaid con Aquello que creíamos perdido nos regaló muchos momentos de reflexiones sobre amor, la vida, muerte, amistad y la familia. Ha sido el libro que más he tardado en leer en el año, valió la pena mi perseverancia. Una historia altamente recomendable.